27/5/13

en micro-revista

20/03/13 | por Jorge Carrión

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La obsesión pulp

Leyendo con una sonrisa en los labios Maldito planeta azul (Periférica, 2012), con esas fascinantes historias de superhéroes o de supervivientes de un mundo apocalíptico que se comportan como si nada pasara, salen a comprar un paquete de cigarrillos, desnudan a las mujeres gracias a su supervisión o quedan con los amigotes y se van de parranda pese a la pandemia zombi, he pensado en el retorno al pulp que recorre buena parte de la producción cultural de nuestra época. Al cómic del colombiano Joni B se le podrían añadir y novelas como Asesino cósmico (Mondadori, 2011), de Robert Juan-Cantavella, o La insólita reunión de los nueve Ricardo Zacarías (Aristas Martínez, 2012), del Colectivo Juan de Madre; o volúmenes colectivos como Vienen bajando. Primera antología argentina del cuento zombie (CEC, 2011), o la alucinante Black Pulp Box / Caja Negra Pulpa (Aristas Martínez, 2012), un pozo sin fondo con más de novecientas páginas de relatos y fanzines e ilustración y cómic, divididas en seis libritos, tres de ellos firmados respectivamente por Cisco Bellabestia, Francisco Javier Pérez y Daniel Ausente.

El fenómeno no es una sorpresa si tenemos en cuenta que, después de Borges, que también partió de cierto pulp de su época (la gauchesca, el western, la novela policial), tal vez sean autores como Alan Moore o Quentin Tarantino los que mejor definen el trabajo actual con ese gran archivo que es la tradición popular. Los tres comparten una gran potencia estética y una inteligencia narrativa que les permite construir complejidad. Cuentos emblemáticos como “La biblioteca de Babel” o “Tres versiones de Judas” comparten con From Hell o con Pulp Fiction la capacidad de hacer convivir en una única obra perfecta infinitos niveles de significación. El pulp es el punto de partida para la matemática artística, para la creación de alto nivel. En cambio, en algunos ejemplos de la tendencia al bolsilibro que encontramos en las librerías españolas el pulp es un punto de partida y un fin en sí mismo. Pienso, entre otros casos, en El corazón de Julia (Morsa-Señor Pulpo, 2012), de Óscar Gual y Juan-Cantavella, o en Lady Grecia (Aristas Martínez, 2013), de Riot über Alles y Vanity Dust. No se trata de utilizar la literatura popular como un trampolín para saltar al Sistema Solar o a la Teoría del Caos, sino como si se tratara de un túnel que te permite penetrar en el núcleo oscuro de la pulpa de papel.

La pulpa nos lleva al interior carnoso de la fruta y de las plantas y al desecho industrial. No es casual que encontremos a los mismos escritores en el terreno del periodismo gonzo. Ni que Juan-Cantavella y Vanity Dust se hayan interesado, con media década de diferencia, por Marina D’Or, Ciudad de Vacaciones, como símbolo y como ruina de la sociedad del bienestar. El gonzo es al periodismo o al porno lo mismo que el pulp es a la literatura o al cómic: ruido y furia, voluntad de excavación en el núcleo duro y negro de lo real o de lo imaginario. Una bola sucia como la que arrastra el escarabajo pelotero. Un corazón podrido que no admite embellecimiento. La crisis no pasa porque es sistémica y las librerías y las páginas web se llenan de pulpa de lo real. Porque la ficción también es realidad. Y por tanto no hay escapatoria posible.