15/9/11

en Literatura Prospectiva

13/09/2011  |  por  Fernando Ángel Moreno

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Sobre Asesino Cósmico

Por Fernando Ángel Moreno
Me comentaba hace poco Antonio J. Rodríguez, joven e inteligente crítico literario, que mi generación tenía un problema que no tenía la suya: la obsesión con defender ciertos géneros, como la ciencia ficción o el terror, o lenguajes como el cómic o las teleseries. A su generación, por el contrario, ni se le pasaba por la cabeza el defender estas formas culturales; ya tienen asumido su igualdad cualitativa respecto a las demás obras artísticas. No pude más que darle la razón.
 
Comento esta anécdota para introducir esta breve crítica sobre Asesino cósmico, de Robert Juan-Cantavella.
No se trata de una novela fácil de criticar y uno de los motivos está precisamente en la manera de acercarnos a ella. El argumento en sí ya es complicado y rocambolesco. Estamos ante una sociedad alternativa en la que, según la localización geográfica que se nos describa, irán cambiando el estilo de la narración, la atmósfera y el tipo de personajes. De este modo, nos encontramos ante el científico loco, el monstruo brutal y despiadado, la novela de aventuras, la de intrigas políticas… Todo ello desde unas coordenadas narrativas propias del pulp más evidente y con un estilo arcaizante que aporta una pátina burlesca que puede chirriar a más de un lector.
 
Juntemos todo ello con el hecho de que el autor es un gran admirador de las novelas de Curtis Garland, cuyas obras le sirven de inspiración y a quien por cierto invita a escribir uno de los capítulos de Asesino cósmico.
 
No obstante, reducir la obra a «simple homenaje» implica un reduccionismo poco enriquecedor. La novela tiene entidad propia. Al fin y al cabo, su cimiento es una enrevesada trama coral, engarzada muy sutilmente y a partir de escasas, pero iluminadoras, autorreferencias. Por otra parte, cada personaje responde a un estereotipo, pero por momentos desarrollan una interesante personalidad propia. No obstante, sus acciones a menudo son insólitas e incluso disparatadas, puesto que su única coherencia como personajes es la del género popular del que ha partido y la que el propio devenir de la obra impone. De este modo, quizás nos parezca absurda la manera extrema en que una mujer es asesinada por una mera formalidad. Un hecho tan grotesco encaja finalmente por tres motivos: la creciente locura de los acontecimientos, la iluminación que supone para el espectador —quien confirma con esta escena que no debe buscarle una relación estrecha con las reglas psicológicas de nuestro mundo— y el propio interés de la narración en sí.
 
Por todo ello, cabe acercarse a la novela desde la certeza de que se trata de un divertido juego de géneros populares y de atmósferas inquietantes. Posee además un estilo propio y multitud personajes inquietantes que entran y salen del extraño mecanismo narrativo que constituye la obra.
¿Cabe esperar simplemente un pulp de los de antes, sin más? La respuesta no puede ser completamente afirmativa, pues la simbología implícita en muchos de los escenarios —como el vídeo-club o el laboratorio—, así como los personajes que los habitan, conllevan en sí mismas cierta ironía sobre la sociedad pop en la que vivimos, y sobre su amargura, que se salen de las obras más populares. Pues, en el fondo, Asesino cósmico no entra en conflicto completamente con nuestro mundo, ya que la cotidianeidad de muchos de sus elementos, la familiaridad con la que cabe leer numerosos pasajes, contrastan de manera terrible con lo absurdo del mundo que Juan-Cantavella ha construido. Como ya he comentado, la soledad de muchos personajes, el fondo psicológico de sus actitudes y de sus acciones… no son realmente estereotípicas, e incluso a menudo responden a cierta complejidad desasosegadora.
 
Por todo ello, puede resultar una novela complicada de leer si el lector solo busca el pulp de su juventud. A menudo le resultará demasiado absurda, demasiado crítica, demasiado experimental narrativamente, demasiado abierta.
Resultará infantilona si el lector no es capaz de desconectar del aroma a serie B del monstruo de la laguna o de la exageración propia que supone el mismísimo asesino cósmico.
 
Funcionará, amable lector, si te apetece dejarte arrastrar por su encantadora locura.
 
No funcionará si la lees solo como un homenaje en la que un joven novelista intenta imitar una ciencia ficción en la que no cree, en vez de asumir que los jóvenes escritores solo emplean los lenguajes que les apetecen para escribir lo que les apetece. Sin prejuicios.