16/9/12

en Telam

13/09/2012  |  por  Dolores Pruneda Paz

  
Crónica punk, ciencia ficción y la posibilidad de un futuro feliz

La crónica punk, la ciencia ficción y la posibilidad de un futuro feliz son las tres cuestiones que trajeron al escritor español Robert Juan Cantavella a Argentina, en el marco del Festival Internacional de Literatura de Buenos Aires, donde presentó "Asesino cósmico", su primera novela editada aquí.

El valenciano Juan Cantavella es el ideólogo del periodismo punk que intenta una vuelta de tuerca al gonzo de Hunter Thompson, con la introducción de ficciones claramente distinguibles en sus crónicas.

Es además, autor de la descabellada novela editada por Mondadori -climas a lo Lovercraft, lenguaje arcaico y ciencia ficción tipo Verne donde el futuro es una promesa de progreso y maravillas-, como tributo a la literatura popular o `pulp` que en los 60 y 70 pobló los quioscos españoles con westerns, policiales y ediciones baratas de terror y CiFi también optimista.

"El libro homenajea a Curtis Garland, Johnny Garland, Donald Curtis -explica a Télam Juan Cantavella-, sólo algunos de los seudónimos que Juan Gallardo Muñoz usó para escribir más de dos mil historias. Walt Sheridan, personaje de su novela, también.

Esas historias, repasa, "lo transformaron en referente de una generación obrera que escribía para obreros: sin registro del derecho de autor y menospreciados por el sistema cultural formal aunque esos libros eran los que más circulaban".

Juan Cantavella explica que "fue la coincidencia extraña entre el futuro feliz que contaban esos libros y el pasado, que es el lugar adonde ahora están", lo que lo llevó a escribir su novela.

"Lo que más me gustaba de ellos era la visión que tenían de un futuro maravilloso en el que existían una serie de aparatos con nombres inventados, tipo el rotador transnacional de filtración, que ahora quedan totalmente anticuados -su relato transcurre en 2035-, por eso usé un lenguaje barroco parecido al de novelas de aventuras de principios del siglo XIX".

A su entender, "la CiFi actual no tiene nada que ver con aquella felicidad, nosotros tenemos una visión pesimista del futuro y lo del lenguaje tiene que ver con eso, una visión del futuro que quedó antigua y que refuerzo con un registro voluntariamente arcaizante", continúa.

Se refiere a "un narrador tipo Dickens, que te acompaña a la casa del corregidor -Don Fabio Roelas, otro de sus personajes-. Anuncia las entradas de los personajes, qué pasará en el próximo capítulo, hacia dónde tienes que mirar para seguir la acción.. y además opina, nada que ver con el estilo pulp".

Sus libros, casi media docena, son todos muy distintos, -"no tengo un estilo", asegura-, y tardó dos años en escribir este último, "teniendo en cuenta", advierte, que maneja otros trabajos: periodista, traductor, profesor, "lo que vaya saliendo, siempre relacionado con las letras".

Estos tres oficios se aúnan en el de escritor: "nos soy traductor ni periodista de formación, pasé años metido en redacción (fue editor jefe de la revista cultural Lateral), años viviendo en Francia (donde aprendió el idioma) y me inventé lo del punk para digerir lo del gonzo.

Pero "el periodismo gonzo es una forma unipersonal de ver el periodismo que es lo que hizo ese escritor norteamericano Hunter Thompson, él era muy agresivo, arrogante, tenía posiciones muy fuertes y escribía siempre desde el yo sin tratar de ser objetivo textos muy largos con voluntad literaria".

"El gonzo es un texto político siempre, una lectura política de la realidad, tiene que ver con registrar cómo se comporta el ser humano y a qué estímulo responde en realidad", consigna.

Para Cantavella "eso de inmiscuirte en un lugar para contarlo desde dentro es uno de los elementos pero no es suficiente, para mí el gonzo propone una lectura siempre radicalmente política y muy subjetiva".

"Tal como lo veo yo el gonzo sólo es Hunter Thompson, y Hunter Thomson es periodismo gonzo, y el resto imitadores, se lo inventó él y creo que nadie ha aportado, aunque hay cientos de escritores gonzo que me encantan".

Por eso la mejor forma de imitarlo no pasó por adscribirse a ese movimiento sino, como él, "crear una etiqueta y reinar en ella en solitario, con un elemento diferencial, introducir una ficción desquiciada distinguible a simple vista para realzar ciertos climas que respeten lo real", concluye.